Valparaíso pareciera estar hace décadas en una constante destrucción. Y por lo visto, la patrimonialización de la ciudad impuesta por los agentes de lo turístico, desde mediados de los noventa, disminuyó aún más las fuentes de trabajo tradicionales, propiciando la mercantilización de “su memoria que es reemplazada por un pasado patrimonial, exótico y atractivo”, lo cual a su vez ha incidido en la pérdida identitaria de lxs porteñxs. No obstante, ha habido posturas críticas, como la de Pablo Aravena que, con su libro La destrucción de Valparaíso. Escritos antipatrimonialistas, se ha propuesto ir a contracorriente y continuar el debate.